No sé, quizás, y puede ser, las sombras fueron la condición reverberante para quedarme ahora embelesada con tanta luz de vida.
No sé, quizás, y puede ser, me he ido escondiendo retirando miradas, que ahora me queman las gotas saladas de un contacto entre pupilas.
No sé, quizás, y puede ser, he enloquecido entre paredes que las he llegado a demoler, dejando al descubierto mis pedazos. Minúsculos fragmentos tejidos con hilo rojo.
No sé...
Quizás...
Puede ser que haya sido perder el miedo a sentir dolor. O perderme mil veces y encontrar al final sentido. Ir cosiendo con la retórica una historia de casualidades perfectas que trascienden de lo mundano, sibilinas, jugando con mi histrionismo a ser parte de un plan cósmico. Mi plan.
Y quizás, pero no lo sé...
las nubes rojas tienen sabor, y las calles mojadas llueven al revés al pasar rodando sobre ellas. Las líneas irregulares de allá arriba las conforman los tejados de colores, cortando el cielo con soberbia, delineando un espacio de movimiento y acción que desde lo más alto de la noria nos convierte en seres minúsculos e insignificantes.
No sé, quizás, y puede ser... amo más la vida desde que te hiciste aparecer.