miércoles, 21 de abril de 2010

Genial.

Es genial que con los ojos color cristal te plantes en frente del ordenador y que a pesar de la estampida de sensaciones y pensamientos que explotar, no te salga ni una sola palabra. Es genial seguir viendo esa hoja en blanco, lista para ser atacada, y ver que eres tú el que no está preparado para hacerlo. Es genial darte cuenta de que algo te bloquea. Es genial percatarse que ese "algo" es totalmente ajeno a ti y no puedes hacer nada para apaciguar el bloqueo, o mejor, para destruirlo. Es genial un día lluvioso. Pisar un charco y perder el autobús. Tropezar cinco veces, y que al paraguas le apetezca romperse en el momento menos oportuno. Es genial que se acabe la batería del Ipod en medio de un trayecto largo, y tener que oir como masca el chicle la persona que está justo detrás de ti. Es genial olvidarte esas tarjetas que sin ellas estás perdido: la tarjeta del gimnasio, del bus, del solarium o de mi santa y putisima madre. Es genial salir a comprar y verse sin dinero, y tener que poner esa cara tan poco ensayada a la dependienta que te mira por encima del hombro como si realmente hubieras escogido salir de casa sin la cartera. Es genial olvidarte de algo importante, o encontrar a la vecina más desagradable del edificio a primera hora de la mañana, para que te alegre el día. Es genial no tener planes cuando no tienes absolutamete nada que hacer, y sin embargo perderte lo mejor cuando estás bien ocupado. Es genial pisar un chicle, tocar la barra del autobús donde antes estaba posada la mano de un hombre sudoroso y maloliente, olvidarte las llaves en casa y quedarte media hora sentado en el portal. Es genial correr a la cafetería para coger tu bocata preferido, y que a pesar del esfuerzo, ya no quede ni uno. Es genial suspender un examen para el que habías estudiado. Es genial ese cambio de humor tan repentino, querer cortarse las venas y al minuto siguiente comerse el mundo. Es genial pagar 15 euros por ir al cine con unas putas palomitas. Es genial salir de fiesta y que no haya gente, o mala música, o no apetezca reirse, y haya que irse a casa a las dos horas, habiendo gastado 10 euros para nada. Es genial implicarse mucho en una cosa, y ver que el otro no se implica una mierda. Es genial dar y no recibir. Es genial subordinar nuestras vidas a las circunstancias, a las consecuencias y a la gente que nos rodea. Es genial ver lo dependientes que somos de todas y cada una de las pequeñas y grandes cosas de nuestro alrededor que nos hacen cada vez más inútiles. Y lo más genial de todo es, sin duda, creer que has vencido y darte cuenta luego de que en realidad no has hecho más que perder y perder, mientras el mundo se cachondeaba de ti. Pero más genial es aún verse ciego, creyendo que tienes el control, y desplomarte en la poca gratitud que produce un fracaso más, donde las circunstancias ganan de nuevo... mientras tú te quedas como un gilipollas, con cara de pocos amigos, en frente de una hoja vacía de palabras, vacía de emociones, y rebosantemente llena de decepción.

Pero genial, la verdad, UN DIEZ.
(Es genial la ironía fácil que hace un texto carente de calidad literaria...)