martes, 29 de marzo de 2011

Romanticismo.

Creo que la connotación actual de este término la ha creado Disney con sus príncipes azules, o quizás la hayan inventado los trobadores con sus amores inalcanzables, o Hollywood y sus películas quinceañeras, o los poetas franceses con sus poesías infinitamente cursis, o quizás fue Becquer, o Neruda.
Lo cierto es que en un principio determinaba una corriente artística más. El siglo XIX parece estar cargado de toda la belleza que se perdió en el oscuro siglo anterior. Pero no quiero hablar de historia. Sólo quiero referirme al término Romanticismo, en el sentido más general, en el día a día, en qué es lo romántico, en quién es romántico.
Objetivamente, para la sociedad occidental, esa que sigue los patrones invariables de modo de vida, pues se me ocurren muchas cosas románticas: una rosa, una carta de amor, unas velas, la lluna llena, una cena para dos, un cine, un cisne, un paseo por la playa, el dia de san valentin, un desayuno en la cama, un beso debajo de un muérdago, una coca-cola duo, un menú duo, un pac de viaje DUO. un helado con DOS bolas... y yo que se... todo está al alcance de aquellos que dicen ser románticos y utilizan lo que la sociedad (consumista) les ofrece.
Vale, para mi todo esto no es Romanticismo. Son solo medios que ofrecen para cumplir las expectativas que otros han colocado en nuestras cabezas. Es decir yo espero una rosa, bien dame una rosa. Yo espero un beso bajo la lluvia con la puta cancion de Wonderwall sonando detrás, bien dame un beso en la lluvia con Oasis de fondo.
Pero es que es todo tan... yo que sé... predecible.

Para mi el romanticismo es mucho más que todo esto. A ver si me sé explicar. Yo puedo llegar a disfrutar de un paseo en la playa mirando el mar y las olas, y del Sol dandome en la cara y del viento y de la lluvia entrándome por el cuello un día de invierno; de una canción, de mirar una nube con una forma extraña, de comerme un helado de chocolate y limón. De una buena peli, de formas y colores, de guiones, de palabras encadenadas, de conversaciones absurdas, de un chiste tonto, de estar tumbada en la cama, y de correr y correr sin parar. De un mirador, de una cabaña, de un bosque, de niños jugando, de ejecutivos discutiendo problemas trascendentes, de vagabundos perdidos a su suerte, de la gente del metro, de lo frenético, de lo tranquilo, de una canción de Estopa y de una de Radiohead.
El romanticismo es simplemente, que otra persona a mi lado, consiga hacerme disfrutar de todo esto y además, que sepa disfrutarlo igual que yo, y que sea de tal forma la satisfacción, que se multiplique por dos la sensación de disfrute por el hecho de que está siendo compartida con la persona que quieres. Que otros ojos te ayuden a ver lo que los tuyos por sí solos no alcanzan, y con ello descubras que se puede disfrutar de una simple mosca volando en una habitación.

Y eso, sí es romanticismo.

martes, 22 de marzo de 2011

Nada.

Todo el mundo sabe lo que sucede al colocar dos espejos, uno mirando al otro, no?

Bien, pues ahora imagina una piscina. Una piscina especial. El suelo no está hecho de baldosas azules, como de costumbre, sino todo en su plenitud es un espejo. Al igual que el techo, un gran espejo que cubre toda la superficie de la piscina.
Ahora sólo quiero que te imagines dentro de esa piscina. Nadando. El efecto de los dos espejos opuestos daría sensación de infinito. Al nadar 'crol', y por tanto observar el suelo, se vería una realidad infinita y distorsionada por el agua. Al nadar 'espalda' se vería nítido el edificio más alto del mundo, interminable.
Sería como flotar. Flotar en la Nada. Porque la Nada es infinita. Infinita como dos espejos opuestos.
Imagina nadar en la nada y al mismo tiempo verte nadando en el aire, en el espacio irreal creado por dos simples espejos.


Molaría, eh?

miércoles, 9 de marzo de 2011

Ley antitabaco.

Si me preguntan que postura tengo respecto al tema, si a favor o en contra, me costaría contestar, pero finalmente, estoy casi segura, de que acabaría decantándome más por estar en contra. Supongo que es la prueba de que no todos los no fumadores están encantados con la nueva ley.
Mis razones no se basan en un mal olor en la ropa, o la molestia de que te echen el humo en la cara, o el hecho de que sea fumadora sin quererlo y me esté fumando los cigarrilos de mis amigos y de los amigos de los amigos de tantos desconocidos como pueda haber en un bar o en una discoteca. No. No, porque yo estoy contenta con esto, me gusta llegar a casa de fiesta y que mi ropa no huela a humo, me gusta poder estar charlando en un bar y no tener que pedirle a la persona con la que estoy hablando que aparte el cigarrillo que me da mucho asco el olor... Me siento más cómoda, creo que es la palabra adecuada. Entonces por qué estoy en contra, no? Sencillamente no me gustan las prohibiciones. Las detesto. Mis razones son mucho menos precisas y no entran en temas económicos sobre el dinero que da el tabaco, o temas prácticos o del día a día como el olor a humo. Intento decir que la Ley antitabaco es una prohibición más, y como tal en mi opinión es prescindible.
Alegan los que la defienden y promueven que va más allá de lo molesto u oloroso que sea el humo, dicen que se trata de un problema de salud, que los no fumadores no tenemos por qué estar perdiendo los minutos de vida que pierden los fumadores por cada cigarrillo, que el cáncer de pulmón es una realidad y las muertes que causa el tabaco también lo son. Pero... quiénes son los qué deciden que lo mejor por encima de todo es vivir más? Es decir, nos cuidamos para vivir bien más tiempo, pero si yo me como una hamburguesa de 1000 calorias sé que eso no es saludable, pero no pienso en los problemas de colesterol, así como si me tiro en paracaídas, yo sé el riesgo que asumo y no pienso que me voy a romper la cabeza contra el suelo. Entonces, por qué tienen que decidir por nosotros, por qué deciden que es mejor vivir más tiempo y que por eso no me tengo que tragar el humo de los que deciden vivir menos. ~
No me vale como razonamiento pues. Que me definan saludable, yo misma sé el riesgo que corro, y en este caso, el riesgo que existe. Y sinceramente prefiero vivir 20 años, que 40 privándome de muchas cosas (y habla una no fumadora, pero este argumento es sólo en contra de los que deciden lo que es "mejor" y "peor".)

A esto me refiero con qué es prescindible. Hace falta una prohibición más? Realmente, merece la pena? Teniendo en cuenta la polémica del tema y todos los problemas que causa, no veo las razones lo suficientemente consistentes para llevar a cabo la ley.
Considero que las prohibiciones están tratadas en un país democrático como supuestos mecanismos para que vivir en sociedad sea posible, sea más fácil. Pero creo que a esta definición hay que añadirle la carga negativa que acarrea la propia palabra "prohibición", y es que cuantas más se puedan evitar, mejor.

(Y lo que es "mejor" esta vez lo decido yo, al fin y al cabo es sólo mi opinión.)