lunes, 22 de febrero de 2010

Admitidlo.

Es sencillo. Somos todos actores. Nos pasamos los días ensayando caras, posturas, actos. Todo lo que nos rodea es una mentira. Es una mentira porque es temporalmente verdad pero se apaga. Es una mentira porque quizás nunca fue una verdad. Es una mentira porque no existe nada de lo que fiarse a ciencia cierta.
No te fies de nadie.
Así es. Pues no dependas entonces. No forjes tu vida a otras personas. Somos todos egoístas y nos movemos por nuestros propios fines. La gente que nos rodea, nos acompaña y nos hace sentirnos seguros. Hacemos cosas por ellos porque así sentimos su cariño, sentimos la satisfacción que da ser generoso, amable, bondadoso. ¿No os dais cuenta? Sigue siendo puro egoismo. Lo hacemos porque así debe ser, porque solos no valdríamos una mierda, porque necesitamos a alguien que nos admire, que nos envidie; a alguien con quien compararnos, a alguien a quien querer, a alguien que nos quiera. Estamos hechos para vivir en sociedad sí, por eso se nos da tan bien actuar.
A veces el papel se torna complicado, otras es muy sencillo. Las circunstancias son tan sólo un conjunto de guiones desordenados, cuyos actores, directores y escritores somos nosotros mismos junto con el irremediable azar. El azar que hace que las cosas surjan. Surgen y nosotros las cambiamos, las modificamos, las hacemos de plástico, nos acomodamos a ellas.
Somos sucios. Mentirosos. Egoistas.

¿La solución?
Bien, hay varias. Puedes esforzarte en ser mejor persona, tú decides si estás o no perdiendo el tiempo. La otra solución posible es admitir lo falso que resulta todo, entonces te darás cuenta que el mejor medio es ser independiente (aunque eso también forme parte de un guión personal).


Puro hielo.

martes, 16 de febrero de 2010

Andrea me inspira

"Basta con que una sola pata de la silla en la que estás sentado en estos momentos, se rompa, para que te caigas estrepitosamente al suelo. Basta con que un solo naipe de la base del castillo se caiga para que todo se venga abajo.
Y es que los pilares es lo más importante. Siempre.
Pero a veces se nos olvida. Y no los cuidamos ni los colocamos adecuadamente en el lugar, en el punto exacto, y entonces todo se desmorona."
(Andrea.Q)

Colocas y descolocas tus pilares, esos que tu mismo te has ganado, que tu mismo has cuidado por que estén ahí, esos que a veces no tienes muy claro si deberían sujetar una torre entera, o están bien en un lateral, decorando. Los pilares vienen y van, cambian de forma, de función. Son imprescindibles. Se suele notar su falta, pero pocas veces su presencia. Y a veces, aunque cueste, lo mejor es aprender a sujetar la torre con pilares de menos, para conseguir una estabilidad preventiva a un desmoronamiento inoportuno.

martes, 9 de febrero de 2010

Concurso literario 2010.

(No es mi estilo escribir sobre temas tan "difíciles", ya que es muy fácil que queden cursis o demasiado superficiales, así que no me acaba de convencer, pero bueno, nunca viene mal variar un poquito...)


Fiebre.

Asfixia el fuego nuestros cuerpos ahogados
Con el sudor de las manos, ardientes,
Silueta sutil entre bastidores,
Pícaros dedos que empujan el telón, y el fuego ardiente
Quema y enrojece haciendo de mis lunares colores
Vivos y refulgentes, lo sienten.
Nervios histéricos, telón arrojado
El fuego se expande, lo saben
Los labios mojados, cuyos pies de colores tiñen
Al roce del lunar, cubierto bajo el manto oscuro,
Al compás siguiendo del suspiro oportuno.
Despeinados cabellos se acuestan al fin
En el regazo del irraciocinio,
Observando el fuego aún vivo, que se disipa tranquilo
Entre la ruta de poros de dos cuerpos unidos.

domingo, 7 de febrero de 2010

Cuando te deje de importar, preocúpate.

Para qué me voy a poner a escribir sobre este mundo hipócrita si eso ya está tan visto, que cansa. Para qué me voy a poner a despotricar sobre la superficialidad que empapela nuestros actos, si no voy a cambiar nada. Para qué voy a citar una retaila de aspectos asquerosos, si por más que los plasme, seguirán siendo igual de asquerosos. Para qué voy a decir la vergüenza ajena que me producen tantisimas cosas que me rodean. Para qué. Para qué me voy a preocupar del sentido de las cosas, de la transición del tiempo o del mal uso que le doy en ocasiones, si voy a seguir en mi línea. No voy a cambiar. Nadie lo hace, no soy especial, yo tampoco lo haré. Para qué buscar responsables por y para todo, como si todo lo ajeno fuera culpa de tus actos, como si tus actos fueran consecuencia de lo ajeno. Para qué. Para qué cambiar el gesto cuando veo algo que no me gusta, ¿a alguien le importa sinceramente lo que yo piense acaso? A nadie. A mi no me importa. No me importa. Importante es un adjetivo demasiado selecto. Importar es un verbo bastante superficial. Pero... "para qué me voy a poner a despotricar sobre la superficalidad que empapela nuestros actos..."


Para nada.
Así que silencio.

lunes, 1 de febrero de 2010

Momentáneamente barra atemporal

La risa. Todo me da la risa. Y lo que no me da la risa me da pena. Entonces prefiero que me da la risa. La verdad estoy muy sorprendida, de todo lo que puede pasar en tan poco tiempo y sobretodo de lo que puedes aprender de ello.
Como cambian las cosas de un día para otro, de un momento a otro o tras ver una película que te deja los pelos de punta o tras escuchar una canción, o ver una foto... Cambios. Todo va de cambios. Los externos te condicionan, cambian a raiz de eso los internos. Los internos cambian en parte los externos. Y cuando cambian los externos y los internos, entonces es que cambió todo. El cambio del cambio.
Bien, eso es justo lo que acaba de pasar.
No me asusta la temporalidad del cambio, ni siquera me apetece pararme a pensar que es lo que ha cambiado exactamente. Quizás sea un punto muerto, o una especie de paréntesis.
Por un momento creí, que se debía por una gran decepción. Una pequeña decepción que desembocó en muchas pequeñas decepciones, hasta que finalmente todo resultó decepcionante. Por un mísero momento, hasta lo gratificante, y lo venerado, resultó estupidamente decepcionante. Por un momento, sólo por un momento, también creí que quizás las casualidades propiciadas por el irremediable azar, querían estas consecuencias, consecuencias de cambio.
No está la decepción en el cambio, es más, el cambio es más bien una solución. La decepción está en las causas del cambio; o eso fue lo que creí "por un momento". (Menudo lío)
Pero a todo momento, le sigue otro y otro y otro y otro. Como no tengo la más remota idea de lo que me va a tocar "creer" en el momento siguiente, prefiero dejar el argumento indeterminado, las razones inacabadas y las causas y consecuencias aún ni escritas. Prefiero esbozar, y gastar papeles borrador. Ya no previsible al momento siguiente, sino esperando a que el momento se acabe, y comience uno nuevo. Y así, sucesivamente.

Así es que esperando momentos, me olvido de vivir cada momento en sí.
(Y creo que esas son las causas, las consecuencias y el cambio).
Es decepcionante. ¿Verdad?

Lo decepcionante propicia un cambio. Por eso cambia, el cambio.
¿Y el momento siguiente?

(No habéis entendido nada, me imagino)