martes, 10 de marzo de 2015

EL FRUTO DEL ABURRIMIENTO ES SABROSO Y DULCE, POR FRUTO.





















El aburrimiento a veces nos conduce a estados desacostumbrados y por tanto interesantes, que merecen mucha más atención de la que se les concede.
El aburrimiento está infravalorado. Es simplemente un inicio, un estado de vacío agrio que conscientemente parece no podemos llenar pero que sin darnos cuenta puede ser cubierto por cualquier contingencia que nos otorgue el ambiente, o quizás, un input endógeno, al fin y al cabo el mundo está en movimiento pero nuestro corazón, nuestro riego sanguíneo, nuestro cerebro también lo están. Todos los poros de nuestro cuerpo están en movimiento. Y el movimiento es vida. Si consideramos el aburrimiento como la puerta a un sinfín de posibilidades, que sin buscarlas llegan solas, entonces el aburrimiento se transforma. Se sucede una nueva fase rica y aprovechable, dónde a veces se encuentran esas perlitas estéticas que tan bien quedan en los sueños. Te sensibilizas. Sales de tu personaje. Acallas la voz acostumbrada de tu cabeza y te limitas a recibir, observar realmente lo que pasa y dejarte afectar por ello. El resultado es que se activa la imaginación, se activa el potencial creativo y de repente, pasa algo. O mejor dicho, entiendes que "no pase nada", es algo, es muchísimo, es todo si miras de verdad. 

Estando yo aburrida en la tienda, leyendo textos en diagonal, recogiendo perchas, patinando por el suelo y mirándome fijamente en el espejo, entre otros, me atacó el ictus del aburrimiento. Mi cabeza me dijo: Lara, me aburres. Y entonces, metapensando que mi cabeza me estaba diciendo eso y por eso me estaba aburriendo, me di cuenta que no. No fucking way. No hay cabeza y no hay Lara. Sólo un productor y receptor completísimo, activo, dispuesto a sentirse bien y para ello tiene un abanico de inputs a su alrededor de los que se puede alimentar a su aire. Y me paré. Me quedé quieta. Apoyada en la mesa. Empecé a mirar que podía apaciguar mi hastío, que podía despertarme y colocarme ahí. Justo. Dónde. Estaba. 

"Y así pasan los días... y yo... desesperado... y tú..." Y entran dos chicas. Una de ellas viste un chandal gris, lleva el pantalón drásticamente por debajo de la cadera... Que sí... que siempre he pensado que son sexys los músculos de la pelvis, pero esto pule los límites de la sutilidad. Se caga encima de ellos, de hecho. La capucha de la sudadera tiene un detalle vistoso, es roja... es rara, es pocha. Las zapatillas son enormes. Tiene rapado el lado derecho y de su brazo cuelga una riñonera negra. Me da biruji esta mujer. La otra es totalmente distinta. Vaqueros, camiseta lisa, americana, pelo liso media melena, facciones simétricas. Podría ser cualquiera. Me divierto con el contraste. No puedo evitar imaginar una escena sexual entre las dos. Igual son amigas. Caminan tocando mucho los vestidos, sobre todo XUNGA. CUALQUIERA se ve atraída por un vestido verde de gaviotas blancas. El típico. Claro. XUNGA coge un vestido negro con tutú. Se acaba la canción de Nat King Cole y suena el maldito anuncio del Zatu del Spotify. La banda sonora perfecta para XUNGA. Risa. Mi juicio ya está maquinando la tercera guerra mundial. Para mí ya son dos personajes perfectos...
La sorpresa vino cuando, saliendo de la tienda, XUNGA parafraseó un diálogo de "Mad Men" mientras CUALQUIERA sostenía en la mano mi vestido favorito de la tienda. Joder. Qué acierto. XUNGA no sólo ha visto Mad Men, sino que se sabe algún diálogo y además ha sabido relacionar fácilmente el estilo del vestido con la serie, lo que yo misma hice al verlo.

Y de pronto... ahí estaba como por arte de magia. La sonrisa dibujada al observar tal simbólica escena dándome en unos segundos una lección a mi misma. Una sonrisa verdadera, relajada. No sentía tensión alguna en las comisuras de los labios, la sonrisa sólo estaba ahí, presente. La serotonina estaba haciendo bien su trabajo y cada músculo estaba en la posición correcta. No había esfuerzo. Estaba ahí porque tenía que estar. Y brillaba, porque no dudaba en estar ahí. Sólo estaba. Ahí. Quietita...
Algo me distrajo y la hizo desaparecer. Volví a probar después de un rato y aunque con menos luz, seguía ahí.
Y otra vez.
Perdía calor pero seguía sintiéndola cálida. No pude evitar mirarme al espejo para deleitar a mi iris de semejante creación. Y aunque pensé perdería fuerza, la pude observar latir.


La sonrisa más sincera y dulce, estaba ahí. (Por semejante chorrada).
Ahí. Sin querer.
Y sigue aquí.


(Como una vela con la cera gastada acabó apagándose por completo).





NOTA A PEUUUUUUUU DE CREUUUUUU -
Aburrir proviene del latín "abhorrēre", algunas lenguas etimofílicas dicen que significa literalmente "algo que no pone los pelos de punta". Según esta etimología la mayoría de las cosas que hacemos por tanto serían aburridas. Por eso me gusta más la otra posibilidad que se ofrece: ab- por si sólo significa ausencia, vacío. Así que ab-horrore significaría "miedo al vacío". 

Cuando dejas de temer, rechazar, juzgar ese vacío... empiezas a encontrar sentido.





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