Había una vez un árbol llamado Zapato. No era un árbol como otro cualquiera, ya que tenía la increíble capacidad de hablar... de hablar y de escuchar. Se sentía solo ya que era el único del bosque que podía hacerlo, entonces se pasaba horas y horas dialogando consigo mismo.
Un día inesperado, se percató de algo, otro árbol llamado Chancla, le oía siempre desde el otro lado del río. Pero Chancla no podía hablar, sólo escuchaba. Entonces le hizo saber a Zapato su existencia a través del viento, llamado Viento. Con música, con colores, con lo que queráis y os parezca más original, consiguió que Zapato supiera que había alguién ahí escuchando todo lo que decía, y que por tanto conocería sus más profundos pensamientos. No estaba solo. Chancla se sentía impotente, por no poder hablar con Zapato. No podían dialogar, discutir, mostrar opiniones, jugar... Ni siquiera podían verse. Era una relación inexistente, puramente imaginaria. Es más, si no llega a ser por viento, nunca hubiera existido dicha conexión.
-"Viento la has cagado", se dijo Zapato. "Se" dijo... bueno... Chancla lo escuchó. Chancla lo oye todo. Pero entonces ¿quién es el responsable? ¿Viento?
-"A mi me lo ha dicho el viento.", Chancla ha hablado. Entonces esperemos sólo a que salga el Sol. Chancla espera. Pero tanto viento le ha atrofiado los oídos. Chancla espera pero no escucha. Espera que salga Sol y eclipse el hastiado huracán. Sí, eso es, quiere que venga Sol y la calme.
Un momento... ¿Por qué chancla puede hablar ahora?
(To be continued...)
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