Tardó Chancla un rato en darse cuenta de su habilidad oculta, que salió a la luz de un modo tan poco favorable... está claro que el viento fuerte no agrada a nadie. Cuando supo manejar bien su capacidad de hablar, la utilizó sin parar. Hablaba sola, con los demás árboles mudos, con los animales, con las hojas, hasta con las nubes. Sin esperar respuesta alguna. Llegó un punto en el que el proceso se le descontroló, se le fue de las manos, y de tanto hablar en vano, se quedó afónica.
Zapato lloraba. Lloraba porque llevaba dos días sin escuchar su voz. Él siempre le hablaba, pero Chancla, seguía con los oídos tapados por el viento hostil, y de todas formas, estaba muy ocupada manejando su nueva habilidad.
Era evidente, la cuestión no era buscar responsables, sino cerciorarse de qué ya llegaría el momento, y este, definitivamente, no lo era.
(To be continued...)
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