lunes, 5 de octubre de 2009

Inexplicable autoexigencia.

18 horas a la semana entrenando, castigos, riñas, preparación física, malos y buenos momentos, y yo me quedo con los 5 minutos antes de salir al tapiz.
Cuando el sudor de las manos hace resbalarse a las mazas entre mis dedos. El agobiante calor del pabellón sólo precipita esas gotas de agua hirviendo de mi cabeza. Tensión de laca y horquillas, un moño apretadísimo y el rostro tapado por una gruesa capa de maquillaje, salteado con purpurinas de mil colores. A juego con la malla, diminuta, minúscula. Observo las punteras impolutas, meto empeine, tiro de espalda y me coloco al lado de la juez de pista. Mil sonrisas se colocan a mi alrededor. "Suerte". Parpadeo y mantengo los ojos cerrados más de la cuenta. En la oscuridad escucho en silencio la voz penetrante de mi entrenadora. "Disfruta" "Es ahora Lara, demuéstralo". Sólo me quedan un par de minutos. Visualizo otra vez el montaje en mi cabeza. A medida que se acerca el momento el coro de voces y palabras sinceras de mis competidoras, de mis compañeras, de mis amigas... se disipa. Miro fijamente a la juez principal y a la banderita verde que tiene en su mano. Es cuestión de segundos para que se disponga a levantarla y darme paso. Mi gesto es serio. El cosquilleo del estómago vertiginoso. Me cambio las mazas de mano cuatro veces, mientras me quito el sudor en las piernas. Ondea la bandera verde en alto y la megafonía resuena. Aplausos y vítores. Un último "suerte" y un beso en la mejilla. Levanto la cabeza y sonrio todo lo fuerte que puedo. Al instante dejo de escuchar. Camino decidida a la punta del tapiz y me coloco en el principio. El segundo de silencio se hace eterno, mi cuerpo tiembla. Lo último que oigo es un susurro en mi cabeza: "tú puedes hacerlo".
Y me dejo llevar. Pies, rodillas, codos, expresión. Lara, sigue la música, aguanta, gira, salta, recoge la maza, precisa. Consciente vacío, en blanco. Inconsciente dictándome cada paso. Un minuto y medio tan intenso, imposible de explicar. Y acaba. Golpeas con la maza al suelo,sonríes a las jueces mientras una lágrima te cae por el rabillo del ojo. Perfecto. De repente el silencio sepulcral se convierte en un estallido que embarga el pabellón. El cuerpo se tambalea y la cabeza sólo me da la enhorabuena, una y otra vez, todo el esfuerzo volcado ha merecido la pena. Salgo precipitada y veo a mis entrenaodras, saltando de alegría, con una sonrisa en los labios que me lo dice todo. "Enhorabuena". El fulgor del triunfo es tal que no te percatas de que aún quedan las puntuaciones. Aunque en ese momento es en lo último que piensas.
"Puntuaciones categoría Junior, mazas" Silencio absoluto. Las entrenadoras con papel y boli en mano. Las gimnastas con los dedos cruzados, teniendo la certeza de que un par de décimas alteran el podium. Nombre tas nombre y mi nota sigue siendo la más alta. Hasta que la de megafonía se calla. Y tardo un minuto en darme cuenta que he quedado primera. Primera. Levanto la cabeza y veo a todas a mi alrededor abalanzándose sobre mí. Y me caigo hacia atrás llorando sin parar. "Campeona". Y se me acaban las palabras y se me precipitan las lágrimas. Cada día palpo ese recuerdo, ese campeonato y ese momento. "Campeona".


(Torneo Stroke, allá por Mayo del 2005)

5 comentarios:

Mil Aviones dijo...

geniales los detalles Lara

Lempira dijo...

supongo yo que el 8º puesto en el Campeonato de España, si no mal recuerdo, también habrá sido algo tan memorable como éste, ¿no?.

Salud!

Andrenalina dijo...

Te lo juro que se me acaban de llenar los ojos de lágrimas.

Sigo pensando que es uno de los deportes más emocionante, doloroso, exigente, decepcionante, autocomplaciente, sacrificado.. (sabes que podría seguir)que he conocido.

Es el único deporte (y la única cosa junto con escribir) que me llena, me relaja, me mantiene verdaderamente la mente en blanco dejando fluir movimientos..

Volvería a repetirlo una y otra y otra vez. Toda mi vida

Andrenalina dijo...

Estoy MUY inspirada. Y tengo tantas ideas que no soy capaz de ordenarlas, quiero echarlo todo fuera y no consigo hacerlo en pequeñas dosis.
Voy reflexionando, pero siento que me dejo cada vez, un poquito en el tintero.
Es frustrante.

Lucía Robledo dijo...

Genial :)