martes, 11 de marzo de 2014

HER. SPIKE JONZE. Y POR QUÉ ME HIZO LLORAR.

No pretendo hacer una crítica cinematográfica de la película, yo ya era fan de Spike Jonze (o al menos fan de lo que había visto de él) y esta película me ha parecido la mejor que ha hecho (o al menos, la mejor de las que he visto). Te puede gustar más o menos su cine, no voy a entrar en abstracciones fílmicas, simplemente quiero expresar por qué me hizo llorar, y quien "gives a fuck" que lo lea y, si quiere, comentamos.

Es evidente que para que una película emocione no sólo basta un buen diálogo, o una buena interpretación, son todas las variables que acompañan a cada escena lo que hace que el espectador se teletransporte y su emoción se acompase con la melodía y el color de la película. Así que, es evidente, que la brillante interpretación de Joaquin Fenix tuvo que ver, la belleza de cada plano también tuvo su parte, los diálogos que no necesitan adjetivos calificativos, Arcade Fire y la preciosa voz de Scarlett Johanson cantando "The Moon Song"... todo, colocado en su sitio, ocupó su lugar, y creó la atmósfera idónea para conmoverme. Sin embargo, todo esto tuvo cabida porque aprehendí de manera casi pasional el trasfondo de la película, reflexionando sobre aspectos a los que le llevo dando vueltas mucho tiempo, y que en Psicología son objeto de estudio y debate.
Podría hablar de la Inteligencia Artificial, plantear si eso en algún momento podría ser posible. O de la sociedad creada en la película, absolutamente individualista, "cada uno consigo mismo", donde tener un romance con un Sistema Operativo no resulta algo patológico. Aún así no fue ninguno de estos temas los que atrajo especialmente mi atención al ver la película. Me planteé, nuevamente, la importancia de entender al ser humano como un "Yo narrativo", en palabras de Bruner, me di cuenta de que al fin y al cabo la manera como interpretamos la vida, como interpretamos a los demás, como interpretamos significados y los compartimos, es el sentido, el marco indispensable, en el que entenderse a uno mismo, a los demás, y a fin de cuentas a todo ser humano. Un marco contextualizado, sesgado por la cultura, los valores, las costumbres. "Los recuerdos son las historias que nos contamos a nosotros mismos", dice en un momento Samantha. Lo que construye nuestra visión del pasado y nuestra proyección de futuro, es ficción. Son historias que nos contamos sobre lo que fue y lo que puede llegar a ser. La cultura, los valores, los principios, es alimento que ha sido brindado por la psicología popular durante muchas generaciones: legado narrativo, artístico, religioso... Narraciones para explicarnos la existencia, narraciones para explicar nuestra vida, y narraciones para proyectar nuestros deseos, y planes de futuro. Cuánta ficción cabe en la cabeza de una persona, cuánta ficción hay en la vida real y cuánto de realidad en la propia ficción. Las cartas que escribe el protagonista, hacen que todos nos sintamos identificados de alguna u otra manera, y entonces la ficción se vuelve realidad y nos construye, de la misma manera que utilizamos esa forma de pensamiento narrativo para construir nuestra identidad.
A donde quiero llegar, sin ir más lejos, es al verdadero planteamiento y reflexión que deja la película. Y para mí, y esto es algo absolutamente personal, el embaucarnos en las posibilidades de la Inteligencia Artificial, y las hendiduras y pliegues del reduccionismo, positivista, cientificista, para que nos entendamos, el encontrar lo universal, lo constituyente del ser humano, es como decía alguien "quitarle capas a una cebolla", al final, no queda nada. Y me pregunto yo qué será más importante: seguir quitando capas a la cebolla, o reflexionar por qué tenemos la conciencia para reflexionar sobre una cebolla, y la metáfora que ello comporta. Qué es lo realmente constitutivo en nuestra vida, cuánta importancia tiene darnos cuenta, como cuando analizamos una película, qué es lo que constituye nuestras narraciones al proyectarnos a nosotros mismos, que es lo que nos define y por qué.

La relación amorosa que se crea entre el Samantha y Theodore, tal y como afirma su exmujer, trata con emociones "no reales", ficticias, pero que al fin y al cabo son vividas como reales...
Supongo que sumergida en esta reflexión, y en sintonía con el aura de la película, su estética Pop que marca claramente el gusto artístico generalizado actual y los ojos de Joanquin Fénix, conseguí emocionarme...

... y The Moon Song, hizo el resto.

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