sábado, 9 de julio de 2011

Cada cosa a su tiempo.


Y es que hay frases que a pesar de haberlas escuchado cientos de veces, nunca hemos parado en ellas, y reflexionado sobre su contenido. Suele pasar, que lo hacemos cuando en la vida diaria algo llama nuestra atención y entonces nos situamos en ese punto en el que “toca” reflexionar... está claro no vamos a estar dándole vueltas a todo lo que hagamos, ¿no?.
Resulta que hoy una serie de sucesos diarios me han hecho pararme a pensar en esta frase. Cada cosa a su tiempo. Cinco palabras que engañan con su simpleza, pero que en el interior poseen un secreto... Ese intento constante de la sociedad de enseñarnos como vivir. Cierto es, esas cinco palabras, pueden servirnos de guía en muchas ocasiones.
Quizás entre los 14 y 25 años, o entre los 13 y los 30, la verdad, no lo puedo saber... estamos en continuo cambio. Nos afianzamos como personas. Es cierto que a lo largo de la vida no dejamos de evolucionar, que no es exactamente cambiar. Pero considero que durante esos años establecemos cambios continuos, en nuestros pensamientos, en nuestros ideales, en nuestra manera de vivir. Cambios que muchas veces son evolutivos, necesarios. La experiencia nos otorga una serie de privilegios que nos hacen ver las cosas desde otro punto de vista; uno más coherente, más sensato. Cuanto mayores nos hacemos tenemos más responsabilidades, la experiencia nos da los instrumentos para lidiar con esas responsabilidades. Cuanto mayores nos hacemos... se nos va marchitando la juventud. Dejamos de hacer estupideces, o no hacemos tantas. Desplazamos nuestros intereses. Abandonamos aficiones y creamos nuevas. Todo esto no viene dado al azar. No es un simple proceso que sucede por que sí, que la edad impone. Sino que se nos ofrece la posibilidad de cometer menos errores. Controlar más nuestras vidas... para hacer frente a esas responsabilidades.
Dieciocho años es una edad complicada. Siendo consciente de las estupideces que cometemos, las seguimos haciendo. Y contra toda nuestra filosofía, actuamos de forma incongruente muchas veces. Nuestros pensamientos y nuestros actos a menudo no coinciden. Empezamos a ser conscientes de que ya tenemos una edad, pero no abandonamos nuestros actos, a veces, quinceañeros. Y es que además de ser conscientes de esto que estoy escribiendo, también lo somos de que estamos en una edad que nos permite darnos el privilegio de precisamente cometer estupideces (sin abusar). Porque quizás el “vive el momento”, “el carpe diem”, el sentirnos autorrealizados por actividades de placer... se vaya agotando. Y si no lo has disfrutado ya, entonces ya no lo harás más con las mismas ganas.

Cada cosa a su tiempo dicen... ¿y tienen razón?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si, cada cosa a su tiempo, es mejor partir de aqui que de la expresión opuesta, después ya será objeto de debate cual es el tiempo o tiempos de cada cosa.

Y creo que todo el mundo estaría de acuerdo, pues cuando alguien actúa de forma 'no adecuada' para su edad este suele decir para justificarse "NO soy demasiado grande/pequeño-viejo/joven para hacer x" (es decir, lo que estoy haciendo está en su tiempo, de modo que puedo hacerlo) y no "SI soy demasiado grande/pequeño-viejo/joven para hacer x pero no me importa" (es decir, lo que estoy haciendo no está en su tiempo pero puedo hacero porque mi máxima es que no es necesario hacer cada cosa en su tiempo).

Lo primero permite hacer las cosas con un cierto orden preestablecido añadiendo excepciones y la segunda es totalmente flexible, no parece evolutivamente útil.

Es decir, cada cosa a su tiempo? Sí. La cuestión es cuál es el tiempo de cada cosa.

Sol en las alturas dijo...

Cada cosa a su tiempo, toda la razón. Pero bien es cierto que ese "tiempo" puedes decidirlo. Cada cosa a su tiempo. Ese "tiempo" puede ser ahora, mañana, o cuando a nuestras alocadas cabecitas les plazca.

Te sigo.

Besines soleados.