miércoles, 9 de marzo de 2011

Ley antitabaco.

Si me preguntan que postura tengo respecto al tema, si a favor o en contra, me costaría contestar, pero finalmente, estoy casi segura, de que acabaría decantándome más por estar en contra. Supongo que es la prueba de que no todos los no fumadores están encantados con la nueva ley.
Mis razones no se basan en un mal olor en la ropa, o la molestia de que te echen el humo en la cara, o el hecho de que sea fumadora sin quererlo y me esté fumando los cigarrilos de mis amigos y de los amigos de los amigos de tantos desconocidos como pueda haber en un bar o en una discoteca. No. No, porque yo estoy contenta con esto, me gusta llegar a casa de fiesta y que mi ropa no huela a humo, me gusta poder estar charlando en un bar y no tener que pedirle a la persona con la que estoy hablando que aparte el cigarrillo que me da mucho asco el olor... Me siento más cómoda, creo que es la palabra adecuada. Entonces por qué estoy en contra, no? Sencillamente no me gustan las prohibiciones. Las detesto. Mis razones son mucho menos precisas y no entran en temas económicos sobre el dinero que da el tabaco, o temas prácticos o del día a día como el olor a humo. Intento decir que la Ley antitabaco es una prohibición más, y como tal en mi opinión es prescindible.
Alegan los que la defienden y promueven que va más allá de lo molesto u oloroso que sea el humo, dicen que se trata de un problema de salud, que los no fumadores no tenemos por qué estar perdiendo los minutos de vida que pierden los fumadores por cada cigarrillo, que el cáncer de pulmón es una realidad y las muertes que causa el tabaco también lo son. Pero... quiénes son los qué deciden que lo mejor por encima de todo es vivir más? Es decir, nos cuidamos para vivir bien más tiempo, pero si yo me como una hamburguesa de 1000 calorias sé que eso no es saludable, pero no pienso en los problemas de colesterol, así como si me tiro en paracaídas, yo sé el riesgo que asumo y no pienso que me voy a romper la cabeza contra el suelo. Entonces, por qué tienen que decidir por nosotros, por qué deciden que es mejor vivir más tiempo y que por eso no me tengo que tragar el humo de los que deciden vivir menos. ~
No me vale como razonamiento pues. Que me definan saludable, yo misma sé el riesgo que corro, y en este caso, el riesgo que existe. Y sinceramente prefiero vivir 20 años, que 40 privándome de muchas cosas (y habla una no fumadora, pero este argumento es sólo en contra de los que deciden lo que es "mejor" y "peor".)

A esto me refiero con qué es prescindible. Hace falta una prohibición más? Realmente, merece la pena? Teniendo en cuenta la polémica del tema y todos los problemas que causa, no veo las razones lo suficientemente consistentes para llevar a cabo la ley.
Considero que las prohibiciones están tratadas en un país democrático como supuestos mecanismos para que vivir en sociedad sea posible, sea más fácil. Pero creo que a esta definición hay que añadirle la carga negativa que acarrea la propia palabra "prohibición", y es que cuantas más se puedan evitar, mejor.

(Y lo que es "mejor" esta vez lo decido yo, al fin y al cabo es sólo mi opinión.)

2 comentarios:

Juan Fran dijo...

Por que al fin y al cabo la libertad es un derecho constitucional que no debe ser privado.

Andrenalina dijo...

Ay Larita, como me gusta(s)