jueves, 9 de diciembre de 2010

Navidismo

Principios de Diciembre en Barcelona. Caminaba tranquilamente por el ensanche, bajando hasta la Gran Vía de las cortes catalanas y llegando hasta Paseo de Gracia. Me dedicaba tan sólo a observar: la gente, las tiendas... y como no, el entramado de luces de Navidad que alumbraban las calles a compás con el frío viento que combatía mi bufanda. Todo lleno de adornos en las puertas de los establecimientos, cada bar con su respectivó abeto navideño. No había más que indicadores, advertencias, por si alguien aún no se había dado cuenta, de que llegaba la Navidad.
Es curioso, el día del nacimiento de Jesús le corresponde al 25 de Dicimebre, pero evidentemente, la importancia de todo este ritual navideño se ha convertido en mucho más que ese acontecimiento. La Navidad significa invierno, turrón, adornos, chimeneas, regalos, y toda esa parafernalia yanquie de papanoel, y toda la cultura cristiana de los reyes magos, y todo el legado ancestral que dictamina estar con la familia en esas fechas; en definitiva, un cúmulo de influencias de todas partes, que conlleva mucha historia y que es absolutamente sagrado, considerado una época de amor y felicidad para muchos, y oportunismo consumista, para otros.
Realmente aquí era donde quería llegar. Mientras caminaba por una de las tantas calles de Barcelona, vi algo que me hizo pararme en seco: unas luces de Navidad decoraban toda una larga calle, compitiendo con las farolas que alumbraban aún más sus esquinas, eran sencillas, de dos colores, las bombillas no eran muy grandes, dibujaban una especie de cuadrado blanco, y justo en el centro, vestida de rojo, se dibujaba la silueta de una bolsa estereotipada, con sus perfectas asas y su cuerpo rectangular. Cientos de bolsas alumbrando la calle, cientos de bolsas metaforizando la Navidad, cientos de bolsas desde lo alto mirándome con arrogancia, y riéndose de cada una de las personas que pasaba por allí. La Navidad en una bolsa, señores. Y bien... Dónde ha quedado el niño Jesús? y los tres reyes Magos? y todo el significado religioso y familiar que cargaba estas fechas? Incluso la influencia de la Cocacola vistiendo al famoso Papanoel de rojo? Dónde a quedado la sutileza del publicista? Se ha perdido en otoño, escondido debajo de las hojas; y ahora sólo queda la simplicidad.
Ya no hay nada más que esconder: consumid ciudadanos, que llega la Navidad.
Un abeto, muérdago, bolas de colores, nieve, gorros de lana, bufandas, turrón, luces... todo una estrategia, un mecanismo que hace movilizarse a cada uno de nosotros hacia el interior de todas esas materializadas Navidades creadas en cada establecimiento. Porque lo peor de todo, es realmente la respuesta a todo esto: cientos de personas en un ir y venir, cargados de bolsas, (estas también con decorado navideño, claro) chocando entre ellos y hablando y riendo, como si la Crisis no fuera con ellos, sumergidos en el oportunismo de las marcas que lucen un "Merry Christmast", propiciando nada menos que un "Navidismo" y sustituyendo el sentimiento real de la Navidad, el calor humano, la familia, la solidaridad... y todos esos grandes valores que te venden las tiendas envueltos en papel de regalo, metidos en bolsas del Corteinglés.
Grandes valores de plástico, de papel, de mentira.

1 comentario:

Belén dijo...

No words a este texto, simplemente genial como todos los tuyos.


Belén